lunes, 5 de octubre de 2015

LEYENDAS Y MITOS ORIGINARIOS CORRELACIONADOS CON LOS EMPLAZAMIENTOS TERRITORIALES.




Nuestros pueblos originarios,  a través de mitos y leyendas construyeron múltiples  expresiones  simbólicas, que se manifiestan en un amplio espectro de actividades, desde lo cotidiano hasta las concepciones fundamentales de lo que hoy llamaríamos  ordenamiento u ordenación territorial.
De manera particular, en la provincia de Loja, considerado un lugar favorecido para las manifestaciones culturales, se percibe de manera profusa la importancia de algunas tradiciones orales que sirvieron de génesis para la producción inclusive de literatura relacionada con relatos fantásticos que alimentan el imaginario colectivo del lojano.
Si trascendemos de la visión específica local, además se puede determinar que los ceques (alineamientos y orientaciones de los pueblos originarios americanos) trazados por los planificadores del territorio del pasado, tienen lógicas generalmente relacionadas con la astronomía, lo cual es entendible en la cosmovisión ancestral de dichas culturas que generaron complejos sistemas que trasladaban a la escala humana (Kay Pacha) las conformaciones de los astros que denominaban el hanan Pacha.
Las leyendas y mitos de manera particular están cargadas de los elementos simbólicos e iconográficos que trasladan es visión global a las realidades locales.
 “Existen diversas concepciones acerca del término leyenda, en la actualidad se conoce como tipo de texto arraigado al folclor de un lugar o una sociedad que por tradición oral ha sido transmitido durante generaciones. Además, se le atribuyen características maravillosas al ser un relato donde suelen ocurrir sucesos sobrenaturales, en muchas ocasiones en torno a la explicación de un misterio.
Por otro lado, André Jolles, en su obra Las formas simples (1971), luego de explicar las diferentes acepciones que surgen del término en distintos lugares del mundo, expone que la noción de leyenda está estrechamente ligada con una relación de familiaridad. Para esto afirma que la palabra leyenda se centra en el concepto de estirpe y que los relatos que a su vez surgen a partir de ésta, presentan historias relativas a generaciones de una familia (o de todo un pueblo unido bajo este lazo).

En cuanto al término mito, el mismo autor lo vincula con términos como creación, dioses y naturaleza, dedicando toda una sección a distinguir el concepto del de leyenda. El fondo de toda leyenda es el Mythus, es decir, es la creencia en los dioses tal como va arraigándose de pueblo en pueblo (con infinitas variantes entre un pueblo y otro): un elemento mucho más inestable que la historia, pero que gana en extensión lo que pierde en estabilidad” HARO DIAZ, C. R. (2015)

De esta manera, las visiones locales con estas dos características, por un lado de dimensión sobrenatural y misteriosa  que nos permiten vincularlas con la visión del cosmos, un ente abstracto y gigantesco por definición; y por otro lado de pertenencia fraterna que identifica como propios los acontecimientos destacados. Tanto es así que personaliza la relación mítica de la creación hacia los lugares, personajes, usos y costumbres  cercanos.
Juan Carlos Ochoa propone que el mito actúa como un relato que se entremezcla con la realidad y basa esta idea en las creencias religiosas de los pueblos y en la importancia que éstos le otorgaban, apuntando que incluso utilizaban el mito como un medio de comunicación con los dioses, lo cual podría ser aplicado especialmente en la expresión iconográfica de su cultura. La cultura Nazca precisamente se ha inmortalizado por la realización de trazos en gran escala de elementos iconográficos que utilizaron en escala menor como arte de tipo utilitario inclusive.


“El mito y el ser humano siempre han convivido juntos. Durante el transcurso de las culturas arcaicas, primitivas y occidentales, el mito ha acompañado al hombre como estructura de su pensamiento y de su vida: en ocasiones bajo la forma de lección moral, en otras como norma social y en otras como rito. De lo que se deduce que el mito, por un lado, configuraba un modelo de comportamiento, que regulaba la interacción social, el modo de conocimiento del mundo y del más allá; y por otro, da respuesta a los enigmas del Universo y se instituye como el medio de correspondencia entre el hombre y el Mundo, entre el arriba y el abajo”
Ochoa, Juan Carlos. 2002.

Para correlacionar la leyenda y el territorio, es además indispensable realizar analogías culturales, en nuestro caso con escalas dimensionales diferentes. En este tema Felix baez  cita a Lévi- Strauss mencionando que “cuando no existen evidencias históricas para explicar las analogías culturales es pertinente, acudir a la psicología o al “análisis estructural de las formas” y preguntarse si existen “conexiones internas” (sean lógicas o psicológicas) que contribuyan a “comprender recurrencias simultáneas que tienen lugar con una frecuencia y cohesión que no pueden resultar del simple juego de las probabilidades” Jorge, F. B. (2014).

Muchos elementos repetitivos en las leyendas locales por lo tanto tendrían provenir de la mente individual y colectiva, arquetipos culturales que se han ido formando también en la relación de las concepciones espirituales y cosmovisivas que se aceptan y pertenecen a los mitos.
“una perspectiva holística basada en la estrecha colaboración entre antropología e historia, sugiere ahondar en el estudio comparado de las culturas indígenas americanas, se propone integrar los diferentes aspectos de la vida social y relacionar el comportamiento observado y los textos registrados con su matriz conceptual.” BRODA J.(2009)

Las reflexiones de Broda refieren a Mesoamérica, el Suroeste de Estados Unidos (pueblos indios) y al área andina, concluyendo que “estas tres grandes regiones [...] se derivan de unas raíces históricas comunes y de que existían algunos contactos entre ellas en el trascurso de la historia precolombina”. Broda ubica sus ejercicios comparativos en la “tradición del Cuarto Mundo” de acuerdo con la opinión de Brotherston quien, desde el campo de la literatura, se aproxima a las tradiciones culturales indígenas a través del análisis de “textos”, incluyendo en esta categoría los códices mesoamericanos y la tradición oral, así como el estudio del lenguaje y la escritura. Aborda las conaaciones del espacio y el tiempo, así como la memoria política presente en estos “textos”.

Si bien en los espacios habitados contemporáneos, ya no se pueden percibir de manera evidente los esquemas de planificación del territorio, los vestigios en buena parte perdidos de la obra del hombre originario dan paso a la utilidad de los elementos de referencia territorial, como las montañas (el APU como relacionador al cosmos) en sus jerarquías asignadas por los usos astronómicos y rituales, los ríos, valles y referencias geográficas, aportan elementos importantes para entender estas evocaciones culturales manifestadas en los emplazamientos territoriales.
Cuales fueron por consiguiente las maneras de pensar el espacio?. Las palabras del epígrafe resuenan guiando esta tarea de reconstruir un lugar. La experiencia del poeta no es inaudita puesto que se refiere a aspectos muy generales que forman parte de prácticas socio espaciales comunes a los seres humanos. Pero no se trata simplemente de una evocación de orden general, porque dichas palabras nos sitúan precisamente dentro de la problemática de este trabajo: las propiedades de los lugares y sus dinámicas. Aedo, J. A. (2008).


El territorio, contenedor de todas las aspiraciones humanas, es un laboratorio efectivo de superposición de identidades y culturas, históricamente en el seno de la tierra se han sincretizado creencias individuales e interpretaciones colectivas, pero el amor a la tierra también excita nacionalismos exacerbados y pretensiones de singularidad vehemente, en cuyo caso es determinante la búsqueda de puntos comunes, de analogías y de esquemas territoriales que vinculen las identidades locales.

Podríamos decir, que este diálogo de escalas territoriales es un legado cultural evidente de los pueblos prehispánicos que habitaron América, y que hoy se evidencia cuando hablamos de fenómenos locales versus comportamientos globales, en este ejercicio ver más allá de nuestras percepciones de la inmediatez territorial y cultural, estableciendo la certeza de que hay virtualidades elementales que unen a los pueblos y a los territorios.

Los saberes ancestrales prehispánicos de nuestros territorios, hoy son considerados fenómenos pintorescos, en algunos casos caricaturas de una realidad telúrica; en una carga reivindicativa se escucha en estas tierras frases de mercadotecnia, en quechua. Y queremos “rescatar”, como si en algún momento hubiesen naufragado, restos arqueo históricos de lo que fue, entendiéndose como el pasado a aquello lejano, opaco, desfigurado….en una percepción del tiempo lineal… eminentemente occidental.


En la ciencia contemporánea se han acuñado términos como la “Geodesia” disciplina que con sus teorías, resultados, mediciones y cálculos ha venido suministrando durante mucho tiempo la referencia geométrica para las demás geociencias, como también para la geomática, los Sistemas de Información Geográfica, el catastro, la planificación, la ingeniería, la construcción, el urbanismo, la navegación aérea, marítima, terrestre entre otros, e inclusive, para las aplicaciones militares y programas espaciales.

La mayor parte de la redes geodésicas de referenciamiento, obedecen a una cosmovisión y condiciones geológicas, geodésicas y tecnológica modernas, que incluye muchos hechos de facto como por ejemplo la longitud cero en el Meridiano de Greenwich, que no era un lugar o un punto de referencia en la antigüedad. Por el contrario, la arqueo geodesia, es el estudio y la determinación de lugares y puntos, la astronomía, la medición y la representación de la tierra en tiempos prehistóricos o antiguos, vistos desde su propia cosmovisión, y entorno geodésico temporal.

La Arqueo geodesia combina astronomía fundamental, es decir arqueo astronomía, geodesia, matemáticas aplicadas, y datos precisos de posicionamiento y arqueología, mediante los cuales proporciona una metodología para investigar lugares, interrelaciones, propiedades espaciales, distribuciones y arquitectura de lugares y monumentos prehistóricos.
Como una nueva área de estudio, la arqueo geodesia presenta formas únicas para la comprensión de la geografía, la tierra y el universo, de acuerdo a como los describe las evidencias de las pruebas arqueológicas encontradas en el campo.

Vemos pues que haciendo acopio de disciplinas como la Antropología, la sociología, la literatura, la planificación, la arquitectura y la geodesia, el conocimiento, o más bien la sabiduría se parangona como un evento sistémico. Un interesante ejemplo para deconstruir la fragmentación utilitaria de la información.

En el ámbito del Ordenamiento Territorial, se han desarrollado de manera escaza estas orientaciones, que nos permitan generar y validar hipótesis investigativas en varias áreas de áreas de conocimiento, y  que giren sobre alineamientos (ceques) de lugares especialmente importantes.  Un ejemplo es la  Ruta de Wiracocha, trazada en el mapa de América por María Sholten y posteriormente con importantes aportes del Arq. Carlos Milla Villena y su hijo Zadir Milla Euribe, la cual merece especial atención por tratarse de una teorización en el territorio de las proyecciones que los cuerpos celestes realizarían en tierra firme.

Los ordenadores del territorio de antaño, no sólo que planificaron la ubicación de sus obras,  sino que ejercieron una devoción particular para la búsqueda de los emplazamientos adecuados de sus emplazamientos de todo tipo.  La ruta sugerida forma parte de un sistema geométrico de líneas que cruza de oriente a occidente y de abajo hacia arriba el continente americano desde las costas del Atlántico al Pacífico, cuyas expresiones culturales subyacen en los relatos de leyendas y mitos propios, con extraordinarias coincidencias.

Referido al Ecuador, Carlos Milla teoriza que en la ciudad de Cajamarca dicha ruta varía su trayectoria, generando una línea recta hacia las cercanías de Manta. En dicho recorrido, aparecen lugares importantes para nuestra arqueología, pocos actualmente han sido incluidos en los mapas de hitos y atractivos turísticos de la provincia de Loja, igualmente este trazado continuaría  por la provincia de El Oro, la isla Puná y posiblemente por las playas de Manta se extiende hacia Centroamérica en donde se vincularía hipotéticamente a las culturas milenarias Maya y Azteca. Los alineamientos referidos son reconocidos de manera local, a través de leyendas y mitos, los cuales además  es importante legitimar su ubicación con el objeto de generar un uso turístico de dicha información.


BIBLIOGRAFIA
Jorge, F. B. (2014). EL SIMBOLISMO DE LA OVOGÉNESIS EN MITOLOGÍAS ANDINAS Y MESOAMERICANAS. Revista de Antropología Experimental, (12).

BRODA J.
2009 “Historia Comparadas de las culturas indígenas de América”, en A. Meyer
(Coord.). Historia e historiografía

Aedo, J. A. (2008). Percepción del espacio y apropiación del territorio entre los aymara de Isluga. Estudios atacameños, (36), 117-137.


HARO DIAZ, C. R. (2015). Mujeres y aves: patriarcalismo y simbolismo en los relatos yámana.