
De
manera particular, en la provincia de Loja, considerado un lugar favorecido
para las manifestaciones culturales, se percibe de manera profusa la
importancia de algunas tradiciones orales que sirvieron de génesis para la
producción inclusive de literatura relacionada con relatos fantásticos que
alimentan el imaginario colectivo del lojano.
Si
trascendemos de la visión específica local, además se puede determinar que los
ceques (alineamientos y orientaciones de los pueblos originarios americanos)
trazados por los planificadores del territorio del pasado, tienen lógicas generalmente
relacionadas con la astronomía, lo cual es entendible en la cosmovisión
ancestral de dichas culturas que generaron complejos sistemas que trasladaban a
la escala humana (Kay Pacha) las conformaciones de los astros que denominaban
el hanan Pacha.
Las
leyendas y mitos de manera particular están cargadas de los elementos
simbólicos e iconográficos que trasladan es visión global a las realidades
locales.
“Existen diversas concepciones acerca
del término leyenda, en la actualidad se conoce como tipo de texto arraigado al
folclor de un lugar o una sociedad que por tradición oral ha sido transmitido
durante generaciones. Además, se le atribuyen características maravillosas al
ser un relato donde suelen ocurrir sucesos sobrenaturales, en muchas ocasiones
en torno a la explicación de un misterio.
Por
otro lado, André Jolles, en su obra Las formas simples (1971), luego
de explicar las diferentes acepciones que surgen del término en distintos
lugares del mundo, expone que la noción de leyenda está estrechamente ligada
con una relación de familiaridad. Para esto afirma que la palabra leyenda se
centra en el concepto de estirpe y que los relatos que a su vez surgen a partir
de ésta, presentan historias relativas a generaciones de una familia (o de todo
un pueblo unido bajo este lazo).
En
cuanto al término mito, el mismo autor lo vincula con términos como creación,
dioses y naturaleza, dedicando toda una sección a distinguir el concepto del de
leyenda. El fondo de toda leyenda es el Mythus, es decir, es la creencia
en los dioses tal como va arraigándose de pueblo en pueblo (con infinitas
variantes entre un pueblo y otro): un elemento mucho más inestable que la historia,
pero que gana en extensión lo que pierde en estabilidad” HARO DIAZ,
C. R. (2015)
De esta manera, las visiones locales
con estas dos características, por un lado de dimensión sobrenatural y
misteriosa que nos permiten vincularlas
con la visión del cosmos, un ente abstracto y gigantesco por definición; y por
otro lado de pertenencia fraterna que identifica como propios los
acontecimientos destacados. Tanto es así que personaliza la relación mítica de
la creación hacia los lugares, personajes, usos y costumbres cercanos.
Juan
Carlos Ochoa propone que el mito actúa como un relato que se entremezcla con la
realidad y basa esta idea en las creencias religiosas de los pueblos y en la
importancia que éstos le otorgaban, apuntando que incluso utilizaban el mito
como un medio de comunicación con los dioses, lo cual podría ser aplicado
especialmente en la expresión iconográfica de su cultura. La cultura Nazca
precisamente se ha inmortalizado por la realización de trazos en gran escala de
elementos iconográficos que utilizaron en escala menor como arte de tipo
utilitario inclusive.
“El mito y el ser humano siempre han convivido
juntos. Durante el transcurso de las culturas arcaicas, primitivas y
occidentales, el mito ha acompañado al hombre como estructura de su pensamiento
y de su vida: en ocasiones bajo la forma de lección moral, en otras como norma social
y en otras como rito. De lo que se deduce que el mito, por un lado, configuraba
un modelo de comportamiento, que regulaba la interacción social, el modo de conocimiento
del mundo y del más allá; y por otro, da respuesta a los enigmas del Universo y
se instituye como el medio de correspondencia entre el hombre y el Mundo, entre
el arriba y el abajo”
Ochoa, Juan Carlos. 2002.
Para correlacionar la leyenda y el
territorio, es además indispensable realizar analogías culturales, en nuestro
caso con escalas dimensionales diferentes. En este tema Felix baez cita a Lévi- Strauss mencionando que “cuando
no existen evidencias históricas para explicar las analogías culturales es
pertinente, acudir a la psicología o al “análisis estructural de las formas” y
preguntarse si existen “conexiones internas” (sean lógicas o psicológicas) que
contribuyan a “comprender recurrencias simultáneas que tienen lugar con una
frecuencia y cohesión que no pueden resultar del simple juego de las
probabilidades” Jorge, F.
B. (2014).
Muchos
elementos repetitivos en las leyendas locales por lo tanto tendrían provenir de
la mente individual y colectiva, arquetipos culturales que se han ido formando
también en la relación de las concepciones espirituales y cosmovisivas que se
aceptan y pertenecen a los mitos.
“una
perspectiva holística basada en la estrecha colaboración entre antropología e
historia, sugiere ahondar en el estudio comparado de las culturas indígenas
americanas, se propone integrar los diferentes aspectos de la vida social y
relacionar el comportamiento observado y los textos registrados con su matriz conceptual.”
BRODA
J.(2009)
Las
reflexiones de Broda refieren a Mesoamérica, el Suroeste de Estados Unidos (pueblos
indios) y al área andina, concluyendo que “estas tres grandes
regiones [...] se derivan de unas raíces históricas comunes y de que existían
algunos contactos entre ellas en el trascurso de la historia
precolombina”. Broda ubica sus ejercicios comparativos en la “tradición del
Cuarto Mundo” de acuerdo con la opinión de Brotherston quien, desde el campo
de la literatura, se aproxima a las tradiciones culturales indígenas a través
del análisis de “textos”, incluyendo en esta categoría los códices
mesoamericanos y la tradición oral, así como el estudio del lenguaje y la
escritura. Aborda las conaaciones del espacio y el tiempo, así como la memoria
política presente en estos “textos”.
Si bien en los espacios habitados contemporáneos,
ya no se pueden percibir de manera evidente los esquemas de planificación del
territorio, los vestigios en buena parte perdidos de la obra del hombre
originario dan paso a la utilidad de los elementos de referencia territorial,
como las montañas (el APU como relacionador al cosmos) en sus jerarquías
asignadas por los usos astronómicos y rituales, los ríos, valles y referencias
geográficas, aportan elementos importantes para entender estas evocaciones
culturales manifestadas en los emplazamientos territoriales.
Cuales
fueron por consiguiente las maneras de pensar el espacio?. Las
palabras del epígrafe resuenan guiando esta tarea de reconstruir un lugar. La
experiencia del poeta no es inaudita puesto que se refiere a aspectos muy
generales que forman parte de prácticas socio espaciales comunes a los seres
humanos. Pero no se trata simplemente de una evocación de orden general, porque
dichas palabras nos sitúan precisamente dentro de la problemática de este trabajo:
las propiedades de los lugares y sus dinámicas. Aedo, J. A. (2008).
El territorio, contenedor de todas las
aspiraciones humanas, es un laboratorio efectivo de superposición de
identidades y culturas, históricamente en el seno de la tierra se han
sincretizado creencias individuales e interpretaciones colectivas, pero el amor
a la tierra también excita nacionalismos exacerbados y pretensiones de
singularidad vehemente, en cuyo caso es determinante la búsqueda de puntos
comunes, de analogías y de esquemas territoriales que vinculen las identidades
locales.
Podríamos decir, que este diálogo de escalas
territoriales es un legado cultural evidente de los pueblos prehispánicos que
habitaron América, y que hoy se evidencia cuando hablamos de fenómenos locales
versus comportamientos globales, en este ejercicio ver más allá de nuestras
percepciones de la inmediatez territorial y cultural, estableciendo la certeza
de que hay virtualidades elementales que unen a los pueblos y a los
territorios.
Los saberes ancestrales prehispánicos de
nuestros territorios, hoy son considerados fenómenos pintorescos, en algunos
casos caricaturas de una realidad telúrica; en una carga reivindicativa se
escucha en estas tierras frases de mercadotecnia, en quechua. Y queremos
“rescatar”, como si en algún momento hubiesen naufragado, restos arqueo
históricos de lo que fue, entendiéndose como el pasado a aquello lejano, opaco,
desfigurado….en una percepción del tiempo lineal… eminentemente occidental.
En
la ciencia contemporánea se han acuñado términos como la “Geodesia” disciplina
que con sus teorías, resultados, mediciones y cálculos ha venido suministrando
durante mucho tiempo la referencia geométrica para las demás geociencias, como
también para la geomática, los Sistemas de Información Geográfica, el catastro,
la planificación, la ingeniería, la construcción, el urbanismo, la navegación
aérea, marítima, terrestre entre otros, e inclusive, para las aplicaciones
militares y programas espaciales.
La
mayor parte de la redes geodésicas de referenciamiento, obedecen a una
cosmovisión y condiciones geológicas, geodésicas y tecnológica modernas, que
incluye muchos hechos de facto como por ejemplo la longitud cero en el
Meridiano de Greenwich, que no era un lugar o un punto de referencia en la
antigüedad. Por el contrario, la arqueo geodesia, es el estudio y la
determinación de lugares y puntos, la astronomía, la medición y la
representación de la tierra en tiempos prehistóricos o antiguos, vistos desde
su propia cosmovisión, y entorno geodésico temporal.
La
Arqueo geodesia combina astronomía fundamental, es decir arqueo astronomía,
geodesia, matemáticas aplicadas, y datos precisos de posicionamiento y
arqueología, mediante los cuales proporciona una metodología para investigar
lugares, interrelaciones, propiedades espaciales, distribuciones y arquitectura
de lugares y monumentos prehistóricos.
Como
una nueva área de estudio, la arqueo geodesia presenta formas únicas para la
comprensión de la geografía, la tierra y el universo, de acuerdo a como los
describe las evidencias de las pruebas arqueológicas encontradas en el campo.
Vemos pues que haciendo acopio de disciplinas
como la Antropología, la sociología, la literatura, la planificación, la
arquitectura y la geodesia, el conocimiento, o más bien la sabiduría se
parangona como un evento sistémico. Un interesante ejemplo para deconstruir la fragmentación
utilitaria de la información.
En el ámbito
del Ordenamiento Territorial, se han desarrollado de manera escaza estas
orientaciones, que nos permitan generar y validar hipótesis investigativas en
varias áreas de áreas de conocimiento, y
que giren sobre alineamientos (ceques) de lugares especialmente
importantes. Un ejemplo es la Ruta de Wiracocha, trazada en el mapa de
América por María Sholten y posteriormente con importantes aportes del Arq. Carlos
Milla Villena y su hijo Zadir Milla Euribe, la cual merece especial atención
por tratarse de una teorización en el territorio de las proyecciones que los
cuerpos celestes realizarían en tierra firme.
Los
ordenadores del territorio de antaño, no sólo que planificaron la ubicación de
sus obras, sino que ejercieron una
devoción particular para la búsqueda de los emplazamientos adecuados de sus
emplazamientos de todo tipo. La ruta
sugerida forma parte de un sistema geométrico de líneas que cruza de oriente a
occidente y de abajo hacia arriba el continente americano desde las costas del
Atlántico al Pacífico, cuyas expresiones culturales subyacen en los relatos de
leyendas y mitos propios, con extraordinarias coincidencias.
Referido al
Ecuador, Carlos Milla teoriza que en la ciudad de Cajamarca dicha ruta varía su
trayectoria, generando una línea recta hacia las cercanías de Manta. En dicho
recorrido, aparecen lugares importantes para nuestra arqueología, pocos
actualmente han sido incluidos en los mapas de hitos y atractivos turísticos de
la provincia de Loja, igualmente este trazado continuaría por la provincia de El Oro, la isla Puná y
posiblemente por las playas de Manta se extiende hacia Centroamérica en donde
se vincularía hipotéticamente a las culturas milenarias Maya y Azteca. Los
alineamientos referidos son reconocidos de manera local, a través de leyendas y
mitos, los cuales además es importante
legitimar su ubicación con el objeto de generar un uso turístico de dicha
información.
BIBLIOGRAFIA
Jorge,
F. B. (2014). EL SIMBOLISMO DE LA OVOGÉNESIS EN MITOLOGÍAS ANDINAS Y
MESOAMERICANAS. Revista de Antropología Experimental, (12).
BRODA
J.
2009
“Historia Comparadas de las culturas indígenas de América”, en A. Meyer
(Coord.). Historia e historiografía
Aedo, J. A. (2008). Percepción del espacio y
apropiación del territorio entre los aymara de Isluga. Estudios atacameños,
(36), 117-137.
HARO DIAZ, C. R. (2015). Mujeres y aves:
patriarcalismo y simbolismo en los relatos yámana.