jueves, 17 de octubre de 2024

LA RESPUESTA A LA CRISIS ENERGÉTICA… ES LA “ECONOMIA CIRCULAR” (Caso Ecuador)

La crisis energética que enfrenta Ecuador no es solo un desafío técnico, sino un llamado a repensar el modelo de desarrollo y gestión de recursos que hemos adoptado. Los apagones recientes y la escasez de suministro eléctrico no son únicamente problemas de infraestructura; son síntomas de un sistema que necesita urgentemente evolucionar hacia un enfoque más sostenible. En este contexto, )
la economía circular es una solución viable y necesaria para enfrentar y superar la crisis energética de manera integral. La planificación energética no puede abordarse de forma aislada; es un componente esencial en un sistema dependiente que abarca la gestión de residuos, la eficiencia en el uso de recursos y la integración de tecnologías limpias. La economía circular propone precisamente este enfoque integral, cerrando ciclos y reutilizando materiales y energía para maximizar la eficiencia y reducir el impacto ambiental. En lugar de un modelo lineal, donde los recursos se extraen, se usan y luego se desechan, se debe regenerar y aprovechar cada elemento del sistema. Para enfrentar la crisis energética, Ecuador debe adoptar esta visión holística. No se trata solo de recurrir a la generación térmico, arrendar barcazas o importar energía; es necesario transformar la manera en que producimos, consumimos y gestionamos la energía en todos los niveles. Los gobiernos autónomos descentralizados (GAD), como municipios y prefecturas, podrían irrumpir con decisión en este entorno. Su autonomía permite implementar soluciones locales, como transformar centros de tratamiento de residuos sólidos en ejes de la economía circular. La biomasa y la generación de energía a partir de residuos orgánicos son ejemplos claros de cómo podemos convertir lo que antes era basura en un recurso valioso. La biomasa es una alternativa significativa, especialmente en un país agrícola como Ecuador. Los desechos agrícolas, que muchas veces se eliminan mediante quemas que contaminan y aumentan el riesgo de incendios forestales, pueden usarse para generar biogás o energía térmica. De esta forma, no solo se reduce la cantidad de desechos y se mitigan los incendios, sino que se produce energía renovable para alimentar comunidades y sectores productivos locales. Implementar tecnologías para generar energía a partir de desechos transforma las ciudades y comunidades rurales en sistemas autosuficientes, donde los residuos se convierten en insumos y fuentes de energía, beneficiando a las economías locales. No basta con generar nuevas fuentes de energía; también es crucial mejorar la eficiencia en su uso. La gestión energética debe ser un esfuerzo colectivo, liderado por los municipios y prefecturas, que promuevan iniciativas inmediata como el cambio a luminarias LED en espacios públicos y el fomento de hábitos responsables de consumo. La eficiencia energética no es solo ahorro económico, sino una forma de respetar los recursos. Involucrar a la comunidad en estos esfuerzos permitirá no solo reducir el consumo, sino también fomentar una cultura de sostenibilidad en todos los niveles de la sociedad. La economía circular debe integrarse también en la construcción de viviendas y espacios urbanos. La arquitectura tradicional ecuatoriana, especialmente en la región andina, nos ofrece lecciones valiosas sobre eficiencia energética y adaptación climática. El uso de materiales locales y la construcción con técnicas como la tierra cruda y bloques termoacústicos permiten la regulación natural de la temperatura, reduciendo la necesidad de sistemas de calefacción o aire acondicionado que consumen mucha energía. La arquitectura tradicional, con pérgolas y espacios sombreados, demuestra cómo el diseño puede integrarse con el entorno para crear espacios eficientes y habitables. Recuperar y adaptar estas prácticas no solo revitaliza la identidad cultural, sino que ofrece soluciones prácticas para evidenciar el ahorro energético. La provincia de Loja tiene en la actualidad un gran potencial en energías renovables, especialmente en sistemas eólicos y fotovoltaicos. La historia de Loja, que incluye la segunda planta hidroeléctrica de Latinoamérica y la primera calle iluminada con luz eléctrica, muestra que la innovación ha sido parte de su identidad. Este espíritu debe ser reactivado para implementar sistemas renovables que no solo cubran las necesidades locales, sino que conviertan a la región en un referente nacional. Es crucial que las soluciones de energía renovable se complementen con bancos de baterías para almacenar la energía generada, asegurando una distribución continua y eficiente, incluso en momentos de escasez. La autonomía energética de Loja y otras provincias no solo alivia la carga sobre el sistema nacional, sino que también genera empleos y fomenta una economía local sostenible. La crisis energética de Ecuador es una oportunidad para rediseñar nuestro enfoque y avanzar hacia un modelo de economía circular que integre eficiencia energética, aprovechamiento de recursos locales e innovación tecnológica. No se trata solo de producir más energía, sino de hacerlo respetando el entorno natural y potenciando las economías locales. La planificación energética debe verse como un componente de un sistema más amplio, donde la sostenibilidad, la comunidad y la cultura local se integran para construir un Ecuador resiliente y autosuficiente.