martes, 28 de noviembre de 2023

La realidad de Loja se fundamenta en las falacias y sus legiones.

Nuestro lector, probablemente esté revisando estas líneas con un dispositivo móvil en la mano, esa es la forma contemporánea con la cual nos enteramos de los sucesos cotidianos, deslizando el pulgar sobre la pantalla para navegar a través de los interminables océanos de información que las redes sociales ofrecen. ¿Te has parado a pensar alguna vez en la locura que esto se ha vuelto? Umberto Eco, ese filósofo con barba y libros densos que la mayoría nunca ha leído, lo dijo bien claro: “las redes sociales les dan espacio a legiones de idiotas". En teoría, vivimos en una era en la que cualquiera puede expresar su punto de vista. Pero, ¿sabes qué? Esa libertad se ha vuelto más como una maldición que como un don. Las redes sociales, ese espacio donde cualquiera puede hacerse llamar "influencer", son como una jungla de falacias y bulos donde lo más absurdo se vuelve tendencia. Todo esto, mientras la calidad del periodismo tradicional, ese que se supone que debería ayudarnos a distinguir entre la verdad y la mentira, se desprestigia y contamina alejándose del concepto de objetividad editorial. Miremos a nuestro singular país, ese rincón del mundo donde todo parece volverse aún más exagerado. Los influencers, esos "gurús" que nos venden sueños de vida perfecta desde sus prefabricados escenarios, han tomado el control de nuestras cabezas. Nos hacen creer que sus opiniones subjetivas son un arquetipo válido, mientras que la realidad que muchos enfrentan en nuestra provincia se distorsiona y se presenta de forma sesgada. Las últimas elecciones son un ejemplo perfecto. En lugar de considerarlas como una oportunidad para discutir ideas y soluciones para nuestros problemas, parece que todos están más interesados en conseguir un puestito en la administración pública, ya sea por contactos políticos o maquinaciones pre electorales variopintas. No hay diálogo ni consenso real para impulsar a nuestra provincia y país hacia adelante, pero si hemos acostumbrado nuestra discusión a temas tales como el color de zapatitos, al muñequito de cartón o al bailecito de Tiktok, genialidades de la mercadotecnia política que consiguen votos legionarios y postergan debates necesarios. Tenemos un capital humano increíble en Loja, del cual poco se habla en la opinión pública, con certeza como frutos de la doblemente universitaria capital cultural del Ecuador; personas con la capacidad y la voluntad de llevar a cabo nuevos proyectos y promover trasferencia de tecnología, investigación y el desarrollo, una agenda cultural vanguardista y el posicionamiento de nuestra macro región binacional como un paradigma alternativo de desarrollo. Sin embargo, estos talentos se desperdician, ya que nuestras prioridades se centran en otra parte, en lógicas macabras clientelares y superficialidades grotescas. Por ejemplo, no se habla de nuestro potencial territorial en la generación de energías limpias, a pesar de estar posicionados como tal en publicaciones especializadas, listos para convertirnos en un líder en la generación de energía fotovoltaica, eólica e hidroeléctrica regional, el país se desangra en el retorno a los apagones de antaño. Cambio de modelo, ¡eso es lo que necesitamos! Dejemos atrás ese modelo extractivista arcaico y demos la bienvenida a un enfoque basado en la ruralidad, agroindustria sostenible, la conservación de nuestros recursos naturales, el patrimonio y el turismo como cualidad ancestral. Estos son los verdaderos pilares del desarrollo de nuestra provincia. Entonces, ¿por qué los mismos discursos gastados siguen resonando en los medios de comunicación locales? Vemos sin inmutarnos varios influencers criollos además desfilando en los medios de comunicación locales, los cuales repiten una y otra vez las mismas percepciones vacuas y subjetivas. ¿Y si, en lugar de eso, comenzáramos a escuchar a la opinión pública, a las voces que realmente importan? ¿Qué tal si buscamos un equilibrio que permita el desarrollo real de nuestro territorio, en lugar de seguir el guion preestablecido atávico? Nuestra realidad nacional necesita en estos momentos un gran acuerdo de gobernabilidad, sí, pero también requiere transparencia y civismo en los medios de comunicación. Necesita una desintoxicación de las organizaciones políticas que le quedan debiendo a la democracia, por su permeabilidad al mismo síndrome de vacuidad e influencers que encumbran autoridades sin trayectoria ni representatividad. El presidente y asamblea electos, si bien cuentan con un período de gobierno corto, deberían simultáneamente luchar contra la violencia estructural del estado fundamentados en la consecución de indicadores sociales adecuados y migrando el modelo productivo hacia un nuevo escenario que genere riqueza de manera sostenible. Solo entonces podremos avanzar hacia un estado de bienestar para nuestros territorios, fundamentado en un equilibrio entre la naturaleza y la producción, entre los ancestros y la globalización, entre el civismo y la integración, entre lo urbano y lo rural; para conseguir aquello, el rol de la prensa es un retorno a sus postulados originarios. Idealicemos nuestra actuación precisamente como guardianes de ese equilibrio.