martes, 26 de marzo de 2024

La gestión pública eficaz remedio para espabilar gobernantes

En el vasto escenario de la gobernanza territorial, la administración pública se erige como un faro que guía las decisiones hacia horizontes de eficiencia y equidad. Este concepto, aparentemente prosaico, encierra en su seno la clave para desentrañar los retos contemporáneos que enfrentan los Gobiernos autónomos descentralizados (GADs). ¿Cómo lograrlo? La respuesta yace en la confluencia de la planificación estratégica, la planificación física y la participación ciudadana, cimientos sobre los cuales se erige el edificio de un desarrollo sostenible y equitativo. La administración pública, entendida como la implementación de una caja de herramientas para la toma de decisiones, adquiere un matiz vital en la gestión de los territorios. Se constituye como el conductor que, armado con conocimientos técnicos y visiones estratégicas, despeja el camino hacia la eficiencia y la coherencia en las políticas públicas. Es en esta amalgama de planificación y ejecución donde radica la esencia misma de una gobernanza efectiva. Al adentrarnos en el meollo de la gestión pública, nos topamos con la importancia de la planificación como hoja de ruta que orienta los pasos de las instituciones. En este sentido, el territorio emerge como un ente vivo, con sistemas análogos a los del cuerpo humano. Así como cuidamos de nuestro organismo para garantizar su funcionamiento óptimo, debemos velar por la salud y el equilibrio de nuestros espacios geográficos. La planificación física se convierte, entonces, en la herramienta que nos permite armonizar el crecimiento urbano con la preservación de las áreas rurales, en un acto de equilibrio que trasciende las meras consideraciones estadísticas. Entenderemos entonces que debemos revertir el crecimiento desmesurado de las urbes y ciudades importantes en el Ecuador en desmedro del vaciamiento de las áreas rurales que inclusive han decrecido en su demografía según los resultados del último censo de población y vivienda que determinarán nuevos factores de ponderación en la asignación de recursos que irónicamente debilitan a nuestros pueblos fronterizos. Sin embargo, la mera existencia de un plan estratégico no es suficiente si no va acompañado de la voz y la participación activa de la ciudadanía. Es aquí donde se manifiesta la verdadera esencia de la democracia participativa. La participación ciudadana, lejos de ser un mero formalismo, se presenta como la piedra angular sobre la cual se edifica la legitimidad de las políticas públicas. Es el puente que conecta la visión técnica del administrador con el conocimiento empírico y local de quienes habitan el territorio. En este diálogo fructífero entre gobernantes y gobernados radica la esencia misma de una gestión pública transparente y legítima. No obstante, lamentablemente, nos enfrentamos a una realidad donde la falta de armonía y equilibrio entre los diversos actores obstaculiza el avance hacia un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible. La brecha entre la teoría y la práctica se manifiesta de manera palpable en la desconexión entre las prioridades establecidas por los técnicos y políticos, y las necesidades reales de la población. Este divorcio entre la planificación y la ejecución se traduce en un escenario donde los bueyes, en lugar de tirar de la carreta, quedan rezagados detrás de ella, incapaces de alcanzar el destino deseado. Un grave déficit perceptible en nuestros territorios del sur del Ecuador es precisamente la falta de aplicación de los conceptos citados, más aún, cuando nuestros organismos de control dejan pasar o ignoran premeditadamente el embate grotesco de actividades perniciosas a nuestra Pachamama, como el extractivismo …, que se ha afianzado en la Amazonia, pero que también, de una manera paulatina ha ido depredando históricamente los territorios de El Oro y Loja. Ante esta realidad, es imperativo que la administración pública, la planificación y la participación ciudadana se instituyan como guardianes del equilibrio territorial. Es necesario trascender el enfoque miope y cortoplacista para abrazar una visión integral y a largo plazo. Es momento de revertir el crecimiento desmesurado de las urbes y ciudades, y apostar por un desarrollo disruptivo que brinde oportunidades equitativas para todos los habitantes del territorio. Vemos a los ex candidatos ahora convertidos en autoridades, en algunas localidades, en una actitud adormitada, sin atinar a esbozar agendas emergentes en momentos en que la opinión ciudadana desborda de impaciencia, y es que, generalmente presentamos las prioridades particulares de un grupo de técnicos y políticos e intentamos que ellas sean validadas en asambleas que nada tienen de participativas. Sin una hoja de ruta real, válida y realizada de una manera técnica y participativa es imposible que un municipio o una junta parroquial puedan llegar en cuatro años al lugar anhelado por los candidatos que definitivamente se ven impedidos de cumplir las promesas de su plan de gobierno. Por estas razones es necesario que la administración pública, la planificación, la participación ciudadana y los organismos de control sean los custodios del equilibrio de nuestro territorio para generar un modelo de desarrollo disruptivo que permita la aplicación del concepto del buen vivir, preconizado en nuestra constitución y teorizado por nuestros pueblos originarios. La administración pública repetiremos, es el arte de equilibrar visiones estratégicas con la realidad tangible de las comunidades. Es el compromiso de garantizar que las decisiones tomadas hoy no comprometan el bienestar de las generaciones futuras. En última instancia, es la búsqueda constante del equilibrio y la armonía en el tejido mismo de la sociedad.

martes, 30 de enero de 2024

LA OPORTUNIDAD DE LAS ZONAS FRANCAS EN EL ECUADOR DEL 2024

Oportunidades económicas fronterizas y el respeto por el entorno natural (Publicado en Diario El Siglo 8 de enero del 2024) La región transfronteriza del sur del Ecuador y norte del Perú, conocida como Yahuarzongo, ha sido testigo de una historia rica en comercio y fusión cultural entre ambos países. Sin embargo, las disputas bélicas entre las élites centralistas de Quito y Lima han truncado las posibilidades de integración y desarrollo en esta zona, dejando a la región sumida en un letargo económico y social. Hoy, en un contexto diferente, se vislumbra la oportunidad de revivir la vocación comercial de Yahuarzongo mediante la implementación de Zonas Especiales de Desarrollo Económico (ZEDES) y zonas francas, marcando un giro disruptivo en la historia de Macará. El puerto de Paita, en el norte del Perú, fue históricamente el punto de inicio de una travesía terrestre que atravesaba la provincia de Loja, conectándose especialmente con la ciudad de Cuenca en la sierra ecuatoriana. Esta ruta, aunque geográficamente desafiante, ofrecía un acceso estratégico a las laderas de la cordillera de los Andes, convirtiéndose en un callejón propicio para el comercio y la movilización de bienes y personas. Sin embargo, las hostilidades entre Quito y Lima generaron un enfrentamiento bélico que cortó las posibilidades de interacción en esta zona, impactando negativamente en el desarrollo económico y social de ambos países hermanos.
Hoy, en el siglo XXI, la región transfronteriza se presenta como un lienzo en blanco, esperando ser pintado con proyectos innovadores que revitalicen su vocación comercial. Las zonas francas surgen como propuestas modernas que podrían encender nuevamente la llama del intercambio y la movilidad que caracterizó a Yahuarzongo en el pasado. Macará, arraigada en su identidad comercial y turística binacional, se erige como un punto estratégico para la implementación de una zona franca. Sin embargo, este proyecto no puede ser concebido únicamente desde una perspectiva económica, sino que debe abrazar una visión sostenible que respete el entorno natural, cultural y arqueológico de la región. La recientemente aprobada Ley de Eficiencia Económica y Generación de Empleo determina un nuevo régimen de Zonas Francas, que tendrán una tarifa de 0% de Impuesto a la Renta por los cinco primeros años y por el tiempo restante una tarifa de 15% , un trato preferente al empleo juvenil y la implementación simultánea o complementaria de proyectos de energía renovable que en Macará son factibles. Una zona franca con estatus productivo y comercio se ampara además en algunas consideraciones legales que rigen al Ecuador y que estratégicamente se aplican a las provincias fronterizas como la Ley orgánica de Desarrollo Fronterizo (LODF), cuyo objeto según el artículo 1, es el de establecer los mecanismos, crear instrumentos e instituir un orden jurídico temporal para afianzar una cultura de paz y promover el desarrollo socioeconómico en los cantones fronterizos de la República del Ecuador y sus respectivas parroquias rurales, mediante la aplicación de políticas integrales que precautelen la soberanía, los recursos naturales, la biodiversidad, fortalezcan la interculturalidad y buena vecindad y garantice el ejercicio de los derechos de las personas y colectivos de estos territorios (Registro Oficial Nro. 243, año 2008). La clave del éxito radica, además, en evitar el centralismo que opera desde las capitales nacionales y provinciales, proponiendo en su lugar la creación de un clúster comercial que una a las provincias de Loja, El Oro y Zamora, con Macará como punto de inicio. La colectividad rural y urbana de Loja debe asumir un papel protagónico en la priorización e implementación de este clúster, trabajando en conjunto con la administración pública, la empresa privada, instituciones cantonales, gremios y cámaras de comercio y producción. Es momento de romper con las cadenas del pasado y aprovechar las oportunidades que se presentan en el horizonte. La implementación de una zona franca en Macará no solo generará fuentes de empleo, sino que también impulsará el desarrollo integral de la región. La visión disruptiva que proponemos busca ir más allá de los modelos convencionales, integrando la sostenibilidad como pilar fundamental para garantizar que el crecimiento económico no sacrifique el patrimonio natural y cultural de Yahuarzongo. Este equilibrio se convierte por lo tanto en el espíritu de un proyecto que nace desde la frontera hacia el centro y que deberá crecer de una manera centrípeta focalizando sus beneficios económicos en los pueblos fronterizos, tan sacrificados por la guerra. La colaboración entre sectores clave de la sociedad, junto con el respaldo de la administración pública y la iniciativa privada, puede transformar esta propuesta en una realidad palpable. La historia de Yahuarzongo está marcada por desafíos, pero también por resiliencia y la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias. Es hora de escribir un nuevo capítulo en el libro de esta región, donde el desarrollo sostenible y la prosperidad sean los protagonistas de una historia que resuene en toda América Latina.