sábado, 29 de diciembre de 2018

La formación del arquitecto contemporáneo debe mutar hacia el origen

La arquitectura está íntimamente relacionada con el hábitat, no como una simple armonización y reordenamiento del paisaje en función de las actividades humanas, sino en el de interrelacionar las actividades humanas con la naturaleza y la memoria cultural, busca la eficiencia y evita el desperdicio en todos los sentidos con una valoración de la vida sobre el consumo de materia y energía desmesurado en la época de la globalización avanzada. Su interés primordial al momento del proceso proyectivo del territorio, el urbanismo y la arquitectura, es el problema del impacto humano ambiental. Es necesario que los nuevos espacios habitables tengan una eficiencia en el consumo y gasto de la energía, el aprovechamiento al máximo de los recursos del entorno, que garanticen el funcionamiento de las construcciones sin agudizar los problemas ambientales. La sostenibilidad de la arquitectura ha sido debatida ampliamente en todos los sectores académicos y organismos internacionales que reglamentan las normativas urbanas, constructivas y el hábitat en general. “Una verdadera Arquitectura Sostenible es aquella que satisface las necesidades de sus ocupantes, en cualquier momento y lugar, sin por ello poner en peligro el bienestar y el desarrollo de las generaciones futuras. Por lo tanto, la arquitectura sostenible implica un compromiso honesto con el desarrollo humano y la estabilidad social, utilizando estrategias arquitectónicas con el fin de optimizar los recursos y materiales; disminuir el consumo energético; promover la energía renovable; reducir al máximo los residuos y las emisiones; reducir al máximo el mantenimiento, la funcionalidad y el precio de los edificios; y mejorar la calidad de la vida de sus ocupantes”. (De Garrido, Arquitectura Sostenible, 2010, pág. 1) Como se ve, el paradigma de arquitectura sostenible que se lo venía mencionando desde la década de los ochenta del siglo pasado, tiene su asidero fundamentalmente en la optimización de los recursos energéticos, pero es necesario que se discuta también el problema del espacio y el suelo, pero lo importante es concebir a la arquitectura como la consecuencia de la contextualización total, no solo de respeto al medio ambiente, sino de su integración al mismo, teniendo en consideración la salud y la convivencia de las personas que viven en los espacios sostenibles (Salgado, 2011) Cuando se habla de “problemas de vivienda” o “el problema de la vivienda” los enfoques y conceptos han cambiado radicalmente, ya no es una estadística de unidades habitacionales básicas, ahora son espacios habitables y saludables, dejando de lado la corriente desarrollista del siglo pasado, en la cual se medía la calidad de vida en la inversión de materias primas sobre el espacio urbano o rural. Por lo que hoy, el compromiso está en diseñar y construir espacios habitables adecuados para el desarrollo de actividades humanas tomando en cuenta las particularidades locales, del lugar de emplazamiento y ubicación, sin dejar de lado la visión económica y cultural para anteponer la decisión de no comprometer el desarrollo y el medio ambiente de generaciones presentes y futuras, buscando minimizar el uso de los recursos naturales, sin producir emisiones contaminantes, es decir sustentable. (Chan López, 2010, pág. pág.15) Pues la arquitectura contemporánea puede moverse desde los más elementales principios de habitabilidad, de interrelación básica con la naturaleza, hasta las avanzadas tecnologías de punta que viabilizan una integración de la naturaleza hacia los nuevos paradigmas de ciudades inteligentes, con incalculables costos económicos y ambientales. La asimetría del mundo contemporáneo hace que los organismos internacionales intervengan en la problemática sobre el desarrollo del hábitat en el cual se insertan los profesionales de la arquitectura. La tendencia para lograr un hábitat sostenible ya se lo trató desde la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre Asentamientos Humanos (HABITAT II), en donde se puso particular énfasis en la aplicación de su programa, en el cual deben participar las “leyes nacionales” mediante la aplicación de políticas, planes y programas, como prioridad de desarrollo compatible con “los derechos humanos y las libertades fundamentales” siempre que se tome en consideración la autonomía, equidad, compromiso, honestidad, respeto, lealtad y otros valores éticos y religiosos, además de los saberes ancestrales, la cultura popular y universal así como lo más relevante en las tendencias del pensamiento de las personas y de sus comunidades… a fin de lograr los objetivos de un “desarrollo sostenible de los asentamientos humanos”. (NACIONES UNIDAS, 1996), este paradigma en proceso de construcción ha conllevado los más álgidos debates sobre los aspectos medioambientales en la consecución y creación de una nueva forma de ver la arquitectura.

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