miércoles, 13 de diciembre de 2023

REPENSANDO LA RURALIDAD COMO MOTOR DE CAMBIO

La demografía ecuatoriana está experimentando un rápido y profundo cambio. La migración del campo a la ciudad se ha convertido en una tendencia innegable, y sus implicaciones en la sociedad son evidentes. Es crucial que en nuestras estrategias sociales y planificación territorial reconozcamos esta transformación y trabajemos para revertirla o al menos mitigarla. La pandemia de la COVID-19 nos ha enseñado muchas lecciones, una de las más importantes es que los seres humanos necesitan adecuadas conexiones con la naturaleza para tener un hábitat adecuado y efectivizar el Sumak Kawsay o vida plena. En un mundo donde el espacio es un recurso cada vez más escaso, es una utopía generar estrategias globales de ampliación en los índices de habitabilidad, sin embargo, esta oportunidad en Loja puede ser un factor de resiliencia pertinente para revertir este vaciamiento grotesco que está modificando nuestra ruralidad. EL campo lojano será concebido no solo como un área para el desarrollo de una agroindustria diferente fundamentada en el gran capital humano creativo de sus hijos, sino como un hábitat rural con un paradigma diferente. Conceptos como la Permacultura, la vida saludable y la agricultura sostenible basada en la recuperación de saberes ancestrales de nuestros pueblos pueden y deben ser fundamentales en la transformación de nuestras zonas rurales. Estos enfoques no solo enriquecen nuestro patrimonio cultural y turístico, sino que también ofrecen soluciones concretas para el cambio en la matriz productiva de regiones como Loja. Es imperativo enamorar del campo a los niños y jóvenes lojanos, además promoviendo oportunidades e incentivos para se queden en nuestros campos y se involucren en la producción de una agricultura más sostenible, con un enfoque en el valor agregado. Una visión integral del desarrollo además determina un rol estatal decisivo relacionado con la infraestructura necesaria para realizar este cambio. El éxodo rural es una tendencia que ha afectado no solo a Ecuador, sino a muchas partes del mundo. Las oportunidades económicas y la promesa de una vida más cómoda en las ciudades han atraído a innumerables personas de las áreas rurales. Sin embargo, este fenómeno tiene un alto costo en términos de la degradación del ambiente, la pérdida de tradiciones culturales y la fragmentación de las comunidades. Es hora de que consideremos seriamente la inversión en la revitalización de nuestras zonas rurales como un motor de cambio positivo. Hoy por hoy efectivamente es difícil conseguir mano de obra agrícola en nuestros pueblos pintorescos pero envejecidos por soledad, sin embargo el centralismo de ámbito provincial o nacional ignora deliberadamente esta realidad. Repensar la ruralidad no solo se trata de encontrar soluciones económicas, sino de reevaluar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos. En este caso además, es innegable que nuestra estratégica situación fronteriza con el norte del Perú, viene a ser una oportunidad adicional en este enfoque de integración, intercambio y complementariedad, la cual debe ser aprovechada de manera asertiva y disruptiva. La vida saludable es otro componente clave de la repensada ruralidad. En un mundo donde las enfermedades relacionadas con el estrés, la dieta poco saludable y la falta de actividad física son cada vez más comunes, el entorno rural ofrece un ambiente propicio para una vida más equilibrada. Espacios abiertos, alimentos frescos y la oportunidad de vivir de manera más simple y consciente son atributos que atraen a quienes buscan una vida más saludable. La agricultura sostenible, basada en la recuperación de saberes ancestrales, puede ser una fuente de riqueza y bienestar para las comunidades rurales. La combinación de técnicas modernas y conocimientos tradicionales puede llevar a una agricultura más respetuosa con el medio ambiente y más productiva. Además, el énfasis en la diversificación de cultivos y la producción de alimentos de calidad puede abrir nuevas oportunidades de mercado y aumentar los ingresos de los agricultores locales. La provincia de Loja y otras regiones rurales de Ecuador tienen un gran potencial para implementar estos enfoques y transformar sus economías y comunidades. Es esencial que las autoridades y la sociedad en su conjunto se unan en un esfuerzo concertado para repensar la ruralidad y brindar el apoyo necesario para que estos cambios se hagan realidad. Para que este cambio sea efectivo, debemos ofrecer incentivos atractivos para que los jóvenes se queden en el campo. Esto implica no solo la creación de oportunidades económicas, sino también la promoción de un estilo de vida rural que sea atractivo y significativo. Esto podría incluir el acceso a la tierra, la capacitación en prácticas agrícolas sostenibles y el apoyo a proyectos comunitarios. Pero además no es una tarea imposible, pues es bien sabido que cada uno de los cantones de Loja ha apadrinado la generación de una identidad robusta y libre de prejuicios que, así como en su música, en sus notables letras nos remite a narrativas plurales de estas tierras y de estos seres.

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